Tadao Ando, el maestro de la simplicidad y la interacción entre lo construido y lo natural, encapsula en su célebre frase: "La arquitectura es un encuentro con la naturaleza" el alma de su obra. Esta idea no solo resalta su compromiso con el diseño arquitectónico, sino también su sensibilidad hacia los elementos naturales que rodean y complementan el espacio construido. Una de las expresiones más puras de esta filosofía se encuentra en su obra maestra: La Iglesia sobre el Agua (1988).
La Iglesia sobre el Agua: Un Santuario de Reflexión y Naturaleza
Ubicada en Tomamu, Japón, la Iglesia sobre el Agua no es simplemente un edificio; es un escenario donde el agua y la arquitectura se entrelazan para ofrecer una experiencia espiritual única. Desde el exterior, la estructura parece modesta, casi minimalista, construida con hormigón, uno de los materiales más característicos de Ando. Pero al cruzar el umbral, el espacio se transforma.
El interior de la iglesia está dominado por un enorme ventanal que enmarca un lago artificial. Este lago no solo actúa como telón de fondo, sino que se convierte en el eje principal del espacio. A través del cristal, el agua se presenta como una extensión del altar, creando una conexión fluida y directa entre el interior y el exterior.
La Naturaleza como Escenario
En la Iglesia sobre el Agua, el lago no es un adorno ni un elemento secundario; es un componente integral del diseño. Al reflejar el cielo, los árboles y la luz, el agua introduce un dinamismo que cambia con las estaciones y las horas del día. Esto hace que cada visita sea única, ya que el espacio nunca es igual dos veces.
La disposición arquitectónica, con un diseño limpio y minimalista, permite que el entorno natural hable. Ando no llena el interior de ornamentos ni detalles innecesarios. En su lugar, utiliza el agua como un telón vivo, un telón que respira y evoluciona, recordándonos que la naturaleza no está fuera de la arquitectura, sino que es parte de ella.
La Materialidad del Proyecto
La elección de materiales en la Iglesia sobre el Agua refleja la sensibilidad de Ando hacia la naturaleza. El hormigón, con su textura lisa y matices sobrios, se convierte en un lienzo que permite que la luz, el agua y el entorno se expresen sin distracciones. Este material, aunque industrial, actúa como un puente entre lo construido y lo natural, en lugar de imponer una barrera.
El cristal desempeña un papel fundamental al eliminar la división visual entre el interior y el exterior. Su transparencia fomenta una relación ininterrumpida con el paisaje, mientras que la madera utilizada en elementos secundarios añade calidez y humanidad al espacio. Esta combinación material refuerza la idea de una arquitectura que se integra en lugar de dominar.
Aplicación de esta Filosofía en Sommet Estudio
En Sommet Estudio, esta visión de la arquitectura como un encuentro con la naturaleza es un principio rector. Proyectos como Refugio Umai, en la Amazonía ecuatoriana, y Puerta al Valle, en Pimampiro, abrazan la conexión entre lo construido y el entorno natural.
En Refugio Umai, una gran puerta plegable se convierte en un elemento central del diseño, permitiendo una apertura total que conecta el espacio interior con el paisaje. Este gesto no solo elimina la barrera entre el interior y el exterior, sino que invita al entorno amazónico a formar parte activa de la experiencia arquitectónica.
Por su parte, en Puerta al Valle, la piscina se convierte en un mirador hacia el paisaje circundante. Este elemento no es solo funcional, sino también una herramienta para enmarcar las vistas hacia el valle, invitando a los usuarios a disfrutar del entorno de manera contemplativa.
Reflexión Final
La frase de Ando no solo es una declaración filosófica, sino un llamado a replantear cómo diseñamos y vivimos los espacios. Incorporar la naturaleza en la arquitectura no es una concesión estética, sino una necesidad para crear ambientes que nutran el cuerpo, la mente y el espíritu.
En Sommet Estudio, adoptamos esta visión como un compromiso. Proyectos como Refugio Umai y Puerta al Valle demuestran que es posible diseñar espacios funcionales y coherentes que celebren nuestra relación intrínseca con la naturaleza, recordándonos que somos parte de un todo mayor. La arquitectura, en este sentido, se convierte en un puente que nos conecta de manera significativa con el entorno que habitamos.
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